El pasajero - Stella Maris by Cormac McCarthy

El pasajero - Stella Maris by Cormac McCarthy

autor:Cormac McCarthy [McCarthy, Cormac]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 2022-11-01T00:00:00+00:00


Cuando llegó a la ciudad telefoneó a Kline.

Ha vuelto.

Más o menos.

¿Quiere que nos veamos para tomar una copa?

Perfecto.

¿El Tujague’s?

¿A qué hora?

A las seis.

Hasta luego, entonces.

Se sentaron a una de las pequeñas mesas de madera y pidieron gin-tonics. Kline empañó las lentes de sus gafas echando el aliento primero en una y después en la otra y las limpió con su pañuelo. Se puso las gafas y miró a Western.

¿Qué ve?, preguntó Western.

¿Sabía que hay un sistema que puede escanear el ojo electrónicamente con la misma precisión que una huella dactilar y uno ni se entera de que lo están haciendo?

¿Eso debería consolarme?

Kline miró hacia la calle. La identidad lo es todo.

Muy bien.

Se podría pensar que las huellas y los números le dan a uno una identidad concreta. Pero pronto no habrá identidad tan clara como la de no tener ninguna. La verdad es que todo el mundo está bajo arresto. O lo estará muy pronto. No necesitan restringir los movimientos de la gente. Solo necesitan saber dónde está uno.

Me huele a paranoia.

Lo es.

El camarero llegó con las bebidas. Kline levantó su vaso. Salud, dijo.

Por el futuro. ¿Qué más tiene en el departamento de las buenas noticias?

No se deje llevar por la desesperación. Al final información y supervivencia serán la misma cosa. Y antes de lo que usted piensa.

¿Qué más?

Difícil de decir. El dinero electrónico. Aún tardará, pero no mucho.

Vale.

No habrá dinero propiamente dicho. Solo transacciones. Y toda transacción constará en acta. Para siempre jamás.

¿Y no cree que la gente pondrá objeciones?

Se irán acostumbrando. El gobierno les explicará que eso va a ser muy útil para combatir el crimen organizado. Las drogas. El tipo de arbitraje internacional a gran escala que amenaza la estabilidad de las divisas. Haga usted su propia lista.

Pero todo lo que uno compre o venda constará en acta.

Sí.

Una barra de chicle.

Sí. Lo que el gobierno no ha entendido todavía es que a este plan le seguirá la aparición de monedas privadas. Y para acabar con ellas será preciso rescindir ciertos artículos de la Constitución.

Bueno. Estamos como antes. Usted sabe a qué huele esta conversación.

Desde luego. Volvamos a usted.

Muy bien.

¿Cree que se habrán incautado de los papeles que su padre tenía en Princeton?

Es probable.

Usted ya pasa de esto.

No sé qué es lo que pretenden y no lo sabré nunca. Y ahora me da igual. Solo quiero que me dejen en paz.

No lo harán. Usted y su padre no se llevaban muy bien…

Yo no tenía problemas con mi padre. Tampoco lo tuve con la bomba atómica. La bomba iba a llegar tarde o temprano. Ahora está aquí. De momento escondida y al acecho. Pero no durará mucho en este plan. Mi padre murió solo, en México. Es algo que tengo que sobrellevar. Como otras muchas cosas. Fui a verle unos meses antes de que falleciera. Se encontraba mal y yo no podía hacer nada por él. Pero eso no era excusa para no hacer nada.

Como físico, ¿era muy bueno?

Era un hombre inteligente. Pero con eso no basta. Hay que tener redaños para desmontar la estructura existente.



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